C. Monti

C. Monti



Pucha Caramba

Pucha Caramba sigue
el recorrido de la costumbre,
lo lleva bajo los eucaliptus.
Los pantalones meados
no son un problema,
si lo es la lentitud de la
ronda de la caja de cartón,
piensa en eso y apura
el paso, intentara lo mismo
con el giro de la caja
en pasamanos.
Todos diferentes, cada uno
con su perro en la sombra
que proyectan los árboles
del polideportivo,
tocan de primera sin mirar a
los muñecos de torta
que pasan por la vereda y
miran indignados como
Pucha Caramba sonriente
se seca con el puño una gota
en su boca y mueve hacia
la izquierda el vino que los hace
más fieles y menos muñecos.